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cerca de Requena, Valencia (España)
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Otro domingo más nos vamos Juan y yo a carretear, y esta vez por una de nuestras zonas favoritas: la comarca de Requena-Utiel y Los Serranos. Conoceremos la zona de Benagéber y la de Villar de Tejas, además de volver a recorrer otros lugares ya conocidos por el Camp de Túria.
Para ello tomaremos el tren a Requena de las 6:55 —que cogeremos por los pelos— que llega a Requena pasadas las ocho. Tras un potente desayuno en la cafetería que hay al lado de la Fuente de los Patos y ver la salida de los grupos ciclistas de Requena que quedan en la misma plaza, salimos nosotros directos a la carretera CV-391 en dirección a las aldeas de Villar de Olmos y Villar de Tejas, pertenecientes a Requena y a Chelva respectivamente.
Más vale ir preparados para cualquier imprevisto, porque hasta el pueblo nuevo de Benagéber no encontraremos gran cosa. Ni siquiera para beber una cerveza. La despoblación es lo único que abunda por la zona.
Durante los primeros treinta kilómetros el perfil de la ruta consta de varias subidas y bajadas con una ganancia neta de unos 500 metros. La última subida es la más exigente, en la que durante seis kilómetros ascenderemos al paso de la Sierra del Negrete, dejando el Pico del Negrete a nuestra izquierda.
En la urbanización de El Hontanar dejaremos la CV-391 para tomar la CV-390 en la que nos acostumbraremos a ir cuesta abajo sin ningún esfuerzo hasta llegar al desvío hacia Benagéber. Ya es hora de almorzar, pese a que sabemos que nada más llegar a la presa nos quedan más de seis kilómetros de subida hasta el alto de la Mataparda.
Tras entrar al único bar de Benagéber con el clásico del cobismo «Nos han dicho que aquí se come muy bien» —teniendo en cuenta que no conocemos a nadie que haya pasado por Benagéber y mucho menos por su bar— pudimos zamparnos unos bocadillos de los que se quedan en la memoria, con unas lonchas de jamón a la plancha como un dedo de gordas.
La subida a la Mataparda se me hizo eterna… Pero de tanto tener que esperar a Juan en la cima. Él dice que tras comer le cuesta mucho arrancar, pero hay veces que lo exagera más de la cuenta. El que se quedó frío fui yo.
A partir de aquí ya no hubo ninguna subida reseñable en lo que quedaba de ruta. Pero sí conocimos dos caminos nuevos:
Para variar un poco, en vez de llegar a Valencia por Villamarchante, lo hicimos por la carretera de Pedralba a Benaguasil y La Pobla, donde bajamos hasta Ribarroja para llegar a Valencia en metro. Ya era prácticamente de noche, las fuerzas flaqueaban, perdimos tiempo reparando pinchazos y el tramo de carretera de La Presa ya es peligroso de día, no quiero ni pensar en hacerlo a oscuras, por mucha luz que lleve en la bici.
Teniendo en cuenta que pasando por Losa del Obispo Juan ya estaba pensando en abandonar, me sorprende muchísimo haber llegado hasta casi Valencia. Y total, por 20 kilómetros que los tenemos más vistos que el tebeo, ¡qué más dará!
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