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Los guardaviñas son unas pequeñas chozas de piedra utilizadas por los agricultores como refugio para cuidar y vigilar los cultivos. Aunque los hay de varios tipos, la mayoría son construcciones sencillas de planta circular que se van estrechando hacia arriba mediante el procedimiento conocido como “falsa cúpula”. Este método de edificación consistía en ir levantando sucesivas hileras de piedras en círculos concéntricos cada vez más estrechos, hasta dejar un pequeño hueco en la parte superior que se podía cubrir con una sola piedra. Para dar mayor consistencia al chozo podía emplearse algún tipo de argamasa, pero básicamente se trata de construcciones “en seco”. Su interés, por tanto, no es arquitectónico ni mucho menos artístico, sino etnográfico y pintoresco. Los guardaviñas salpican los viñedos de la Rioja Alta, y constituyen un elemento tan característico del paisaje que muchos de ellos han sido restaurados. Los más antiguos que se conservan datan del último tercio del siglo XIX, y en general no se utilizan ya en las labores del campo.
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