Aquí se ve claramente el efecto de los incendios, que antes eran muy frecuentes para así mantener los pastos, eliminando los arbustos y regenerando la hierba; a la derecha de la senda, entre esta y el acantilado, abundan la sabina negra (
23), esta es una especie de arbusto que no soporta los incendios por lo que donde estos han sido frecuentes se acaba refugiando en los roquedos donde el fuego no llega. A la izquierda del camino, y tal como muestran los troncos muertos de arbustos aún en pie, los incendios eran frecuentes, por eso las plantas que encontramos son las que se benefician con ellos, como el jazmín silvestre (
20), la aliaga (
16), la coscoja (
39), el boj (
08), y el chinebro o enebro de la miera (
22), este último tiene los frutos de color marrón y dos rayas blancas con los estomas, y de él se obtenía por destilación de su madera el aceite de enebro. Hay plantas que nos indican que aquí, a pesar de la altitud, las heladas invernales no son ni intensas y duraderas, esto lo indican plantas como la coscoja (
39), la olorosa ruda (
64) y una lechera o lechetrezna (
18), de grandes hojas alargadas y color grisáceo.
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